domingo, 18 de octubre de 2015

DOSIS.

DOSIS.

Mi recomendación para la gente,
es que se droguen de manera frecuente.

Drogas duras, psicotrópicos potentes,
alucinatorios, ideas irreverentes.

Que la gente aspire letras,
fume versos, se inyecte poesía;
de esa poesía llena de acción,
locura y rock and roll.


Te quiero…

Te quiero…

Espero no ofender cuando digo “no te quiero”. No quiero que seas mi novia, mi amiga, mi esposa; no quiero que seas nada mío. Me gustas tan ajena como la luna, tan distante como el horizonte.

Te paras ahí, con tu encantador rostro, tus sensuales hombros, con la divina proporción de tus senos y esa maldita cintura que me ha costado la razón. Te paras ahí con tus piernas largas, largas; muslos jóvenes que irradian un calor que enerva, me hierven la sangre y trastornan las ideas.

Te paras ahí, frente a este escritor de pacotilla, humeado, sudado, cansando, aburrido, sucio, desgastado por el desvelo, aporreado por la vida, esquelético, neurótico, insoportable, recalcitrante, adicto y pendejo.

Te paras ahí, y con tu belleza me resulta más insoportable mi fealdad, mi incapacidad para responder a tu físico. Me siento sucio.

Te paras ahí y me escupes; en el acto de mayor riqueza, simpleza y estupidez; un dulce “te quiero”. Veo a tus labios deslizarse con la delicadeza de una mota de polvo, pronunciando, hablando, liberando la sencillez.

Sé que esperas la misma sencillez de mi parte, que te devuelva las palabras, que te abrace mientras te digo lo mucho que te quiero. No puedo; es que no te quiero. No es lo que siento. Yo no puedo, sin más, arrojar tan viles, sucias, corrientes y comunes palabras.

Me dices un “te quiero” y me veo en la obligación moral de buscar algo para responder. Y me tengo que abrir el pecho, revolver tripas, apachurrarme el corazón, escarbar entre jugos gástricos, pirañas, recuerdos, traumas, llanto, dolor, deseo, adrenalina, gritos. Tengo que partirme en dos y buscar lo que siento por ti, porque sinceramente no es un simple querer. Lo que siento dista mucho de ser un “te quiero”.

Te paras ahí y lo haces ver tan sencillo. Te ves tan controlada, tan grácil, tan común. Me hablas con la certeza de una diosa. Suave, discreta, elegante.

Tú no sabes mujer, pero no tengo ni perra idea de lo que siento. Veo pasar mis instintos en revolución por mis entrañas, siento que algo me quema, me cocina desde el pecho. Siento patadas en las costillas seguidas de un odio incontrolable. Siento licuarse mi vientre con deseos sexuales y una fuerza tremenda me provoca para arrancarte la ropa y besarte los senos, lanzarte a una cama y amalgamarte contra mí. Siento que se me agolpan las palabras, los ojos me lloran semen, la cabeza me detona, me palpita el cráneo y me desuellan los huevos.

Cuando te paras frente a mí y me escupes un “te quiero”, siento que me quedo en carne viva.

Me pasan muchas cosas por la cabeza. Te aseguro, ninguna es del tamaño de un “te quiero”. Y si te soy sincero, no te quiero. No quiero que seas mía, ni ajena. No quiero que seas mi novia, ni mi esposa. No quiero que seas mi amante, no quiero que seas nada mío, ni de alguien. Me gustas mas así. Una mujer muy suya.

Te paras ahí y me escupes un ligero, tierno y seguro “te quiero”.

Aunque se siente mucho más complejo, puedo contestar desde todo mi anárquico y revolucionario pecho, si te hace sentir mejor, que “te quiero”.

Texto por José De la Serna.
Pintura de Gustav Klimt, El beso.

viernes, 4 de septiembre de 2015

2da entrada que cuenta como 1era.

Hace un par de meses, entre lecturas y chaquetas mentales a través de la buena y no tan buena literatura de la cual mi cerebro ha tomado conciencia decidí y prometí también regresar a éste rollo de los blogs..
Italú, unicornia, profe, cronopio. Un poco de locura, un algo de poesía.
El titulo referente a "2da entrada.." es por la sencilla y triste realidad del triangulo amoroso o castrante en la que se la juegan mi internet nena, la batería de computadora pórtatil que una vez la estropeé intentando realizar algo que había visto en Youtube:( así como mi horrible y fiel flojera que sin dudarlo mucho no me dejó escribir las 322 palabras anteriormente escritas.
17 otoños; ni callada, ni tímida, ni inocente.
Entre letras(chaquetas mentales) y exposiciones gráficas (vómitos visuales) compartiré aventuras, noticias, crónicas y sí, mal, alguna estupidez.